
Opción. Año. 39 Núm. 102 (septiembre-diciembre 2023): 112-122 ISSN 1012-1587 / ISSNe: 2477-938
Verónica del Carmen Barboza Huerta
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causado Venezuela en Colombia olvidando convenientemente las olas migrato-
rias colombianas en los años 70.
Para nales de 2024, se estima que aproximadamente 6.82 millones de refu-
giados y migrantes venezolanos estarán en América Latina y el Caribe. De esos,
alrededor de 4.71 millones están en necesidad de asistencia (Stein, 2024). La
ciudad de Bogotá y los departamentos de Atlántico, Norte de Santander, Antio-
quia, Cundinamarca, Bolívar, La Guajira, Valle del Cauca, Magdalena y Santan-
der en Colombia tienen la mayor concentración de inmigrantes. En esos depar-
tamentos se concentra alrededor del 88% del total de inmigrantes y retornados
que vivían en Venezuela según el DANE en 2018.
Durante la bonanza petrolera, miles de colombianos, entre ellos muchos car-
tageneros, emigraron a Venezuela en busca de mejores oportunidades. Una vez
que se establecieron, comenzaron a enviar remesas que sus familias utilizaron
para mejorar sus viviendas. A largo plazo, el envío de estas remesas, junto con
la capacidad de auto-gestión de los sectores populares, contribuyó al desarrollo
del parque de viviendas en la ciudad. Además, los inmigrantes cartageneros ac-
tuaron como sujetos transnacionales, inuyendo en el desarrollo histórico de su
ciudad a pesar de la distancia, y su legado se convirtió en un tema de discusión
entre académicos asociados a organismos transnacionales.
En 1960, solo 117,377 colombianos residían en el extranjero. Esta cifra se
triplicó en un lapso de diez años, entre 1963 y 1973, alcanzando un total de
556,683 emigrantes. Para la década de 1980, más de 700,000 colombianos ya
vivían en el exterior. Venezuela recibió una gran parte de esta población, y du-
rante esos años, miles de colombianos se trasladaron al país vecino atraídos por
la bonanza petrolera (Deávila, 2018). Al nal de este periodo, más de 300,000
colombianos residían en Venezuela. Este ensayo no busca analizar el fenómeno
en su totalidad, sino enfocarse en un aspecto crucial de sus efectos en Cartagena:
el envío de remesas y su inuencia en el desarrollo de la vivienda popular.
La llegada masiva de migrantes venezolanos ha ejercido una presión signica-
tiva sobre los servicios públicos colombianos, sí, pero lo hace de la misma forma
que se hizo en la década de los 70s. La migración no es un ujo unidireccional
de personas trasplantadas de un entorno a otro, por el contrario, ellos se convier-
ten en un eje articulador entre la sociedad de origen y de acogida. Así mismo,
forjan una comunidad imaginada mucho más extensa que el espacio que habitan
(Deávila, 2018). La demanda por salud, educación y vivienda superó en muchos
casos la capacidad de respuesta de las instituciones, pero cualquiera de los casos,
esto no es una muestra de que no debe aceptarse la migración, sino de que debe
mejorarse los sistemas de respuesta.