Keynes y la revolución keynesiana: su impacto en la ciencia económica y la filosofía de la economía

Keynes and the Keynesian revolution: its impact on economic science and the philosophy of economics

  • Autores:

    Elita Luisa Rincón Castillo
    Universidad del Zulia
    elitarincon@yahoo.com























    * Ensayo presentado, inicialmente, como trabajo final en la cátedra “Historia de la Ciencia. Siglo XVI-XX”, dictada por el Profesor Wolfang Villarreal, cursada en la Licenciatura de Filosofía, Plan Especial de Egresados, Escuela de Filosofía, Facultad de Humanidades y Educación, Universidad del Zulia.



RESUMEN

La historia de la macroeconomía es la historia de la ciencia económica, aunque es verdad que, en la mayoría de los libros de texto, el nacimiento de la llamada macroeconomía moderna se identifica con la fecha de publicación, 1936, de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes, lo cual dio origen a la denominada “revolución keynesiana”. Este artículo tiene como propósito analizar el pensamiento de Keynes y la revolución keynesiana, así como las implicaciones para la ciencia económica y la filosofía de la economía. Keynes es una figura importante en la historia del pensamiento económico, ha removido las aguas de la política y del análisis económico. Keynes fue un economista interesante. Existe por lo menos un legado mínimo. Es el legado de un interés por, y de una orientación hacia, un restablecimiento de la teoría macroeconómica y de la política consiguiente que interesa tanto dentro y fuera de la disciplina profesional de la economía. Keynes no vivió para ver la masiva influencia de sus ideas, pero los políticos, los economistas, los contribuyentes y los historiadores del pensamiento económico lo han hecho. En este sentido, Keynes removió las ideas económicas de su época.

Palabras clave: John Maynard Keynes, revolución keynesiana, ciencia económica, pensamiento económico, filosofía de la economía

ABSTRACT

The history of macroeconomics is the history of economic science, although it is true that, in most textbooks, the birth of the so-called modern macroeconomics is identified with the date of publication, 1936, of the General Theory of Economics. occupation, interest and money of John Maynard Keynes, which gave rise to the so-called “Keynesian revolution.” This article aims to analyze the thoughts of Keynes and the Keynesian revolution, as well as the implications for economic science and the philosophy of economics. Keynes is an important figure in the history of economic thought, he has stirred the waters of politics and economic analysis. Keynes was an interesting economist. There is at least a minimal legacy. It is the legacy of an interest in, and an orientation towards, a restoration of macroeconomic theory and the consequent policy that interests both within and outside the professional discipline of economics. Keynes did not live to see the massive influence of his ideas, but politicians, economists, taxpayers, and historians of economic thought have. In this sense, Keynes removed the economic ideas of his time.

Keywords: John Maynard Keynes, Keynesian revolution, economic science, economic thought, philosophy of economics


Introducción

La historia de la macroeconomía es la historia de la ciencia económica, aunque es verdad que, en la mayoría de los libros de texto, el nacimiento de la llamada macroeconomía moderna se identifica con la fecha de publicación, 1936, de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero de John Maynard Keynes, la cual dio origen a la denominada “revolución keynesiana”(Jiménez, 1999). La inmediata aceptación de la Teoría general se originó, fundamentalmente, en el contraste entre los postulados de la escuela clásica, para la cual la flexibilidad de precios y competencia perfecta conducían, automáticamente, al pleno empleo, con los hechos de la Gran Depresión de 1929, marcada por caídas dramáticas del producto y elevadas tasas de desempleo (Mendoza y Huamán, 2004).

La Teoría general, además de proponer el uso activo de la política fiscal para reducir el desempleo; planteó, al mismo tiempo, un marco de análisis de equilibrio general, sustituto al de la escuela clásica, dando un notable impulso al desarrollo de la teoría macroeconómica. La Teoría general puso énfasis en la función consumo, el rol de las expectativas en la determinación de la inversión, en la volatilidad de estas expectativas, el papel activo del Estado en la intervención de la economía a través de la política fiscal y la política monetaria, y el mecanismo del multiplicador, que amplifica los efectos de los cambios en la política macroeconómica o en las expectativas de los inversionistas.

No cabe duda de que, a la hora de analizar la teoría económica del siglo XX, la figura de Keynes ocupa un lugarrelevante. Sus aportaciones han provocado la aparición de importantes detractores y a la vez de grandes defensores. Pocas personas han logrado que su apellido fuese la seña de identidad de una corriente de pensamiento y de una forma de entender la política económica. Para bien o para mal su nombre va asociado a una manera de hacer frente a los distintos objetivos económicos en la cual la intervención estatal desempeña un papel relevante. Esta circunstancia no era del todo novedosa entonces, puesto que algunos gobiernos ya lo hacían. No obstante, gracias a Keynes, y sobre todo a sus seguidores, tienen ahora el respaldo teórico que otras corrientes les habían negado (Galindo, 2003).

Junto a lo anterior, habría que agregar, también, que la aportación de Keynes supuso el desarrollo de la macroeconomía y, sobre todo, permitió a los economistas contemplar y analizar nuevas cuestiones. Su obra más conocida, la Teoría general de 1936, consiguió que los teóricos incorporasen nuevas cuestiones en sus trabajos y amplió el área de investigación, acuñándose conceptos novedosos. Ello se puede comprobar comparando los temas analizados en los libros escritos, con anterioridad a 1936, con los de finales del siglo XX.

Pero no sólo los economistas cambiaron su mentalidad, también lo hicieron los políticos. Y esta circunstancia fue significativa. La defensa del presupuesto desequilibrado dejó una puerta abierta para la intervención del Estado, dándole un protagonismo que hasta entonces ninguna corriente le había otorgado. Ello propició la aparición del Estado de bienestar, que ha supuesto la intervención del sector público en la mayor parte de la actividad económica con la justificación de alcanzar los objetivos macroeconómicos (Rincón, 2015).

Es por ello por lo que resulta necesario conocer la obra de Keynes, para poder comprender mejor cómo y por qué la ciencia económica y la economía han evolucionado como lo ha hecho desde entonces. Pero la tarea no es sencilla. Por cuanto nos encontramos ante un personaje complejo, que tuvo que vivir el cambio de mentalidad británica de la época victoriana a otra más moderna. Fue testigo de dos Guerras Mundiales y de los intentos de reconstruir un mundo en el que no se volviesen a producir conflagraciones de esta índole. Pero junto a todo ello y a los aspectos puramente económicos, Keynes fue un ilustrado. Es en estos aspectos que la presente investigación encuentra su justificación.

Este artículo tiene como propósito analizar el pensamiento de John Maynard Keynes y la revolución keynesiana,así como las implicaciones para la ciencia económica y la filosofía de la economía. El trabajo está estructurado en cinco aspectos: breve biografía de John Maynard Keynes (1883-1946); pensamiento económico-político de Keynes; la Teoría general y la revolución keynesiana; las corrientes de pensamiento economico con trasfondo keynesiano y, el impacto del paradigma keynesiano en la ciencia económica y la filosofia de la economía.

Breve biografía de John Maynard Keynes (1883-1946)

Siguiendo la máxima de su maestro, Alfred Marshall, según la cual no puede ser un buen economista quien solamente sea economista” la vida de Keynes fue caleidoscópica, dedicando su intelecto y sus inquietudes a diversos campos (González, 2012): filosofía, historia, matemáticas, arte, teatro, coleccionismo y, por supuesto, la economía desde distintas perspectivas: profesor, inversor, especulador, asesor, editor, gestor, articulista, divulgador y polemista. Por consiguiente, uno de sus mejores biógrafos, Robert Skidelsky, acierta al afirmar que “Keynes habitó muchos mundos diferentes” (citado por González, 2012, p. 71).

  • Vida personal, familiar y matrimonial

    John Maynard Keynes nació en la calle Harvey Road de Cambridge, Inglaterra, el 5 de junio de 1883, diez años después de la muerte de John Stuart Mill y siete años antes de que Alfred Marshall publicase sus Principios de economía. Falleció el 21 de abril de 1946, en Tilton, Sussex (Inglaterra). Si la herencia tiene un impacto importante en la capacidad mental, John Maynard Keynes fue ciertamente tan afortunado como John Stuart Mill. Su padre, John Neville Keynes, y su madre, Florence Ada Brown, eran intelectuales. Era el hijo mayor. Por consiguiente, Keynes estaba al parecer destinado, por circunstancias familiares y su gran talento natural, a hacer una distinguida contribución al mundo (Rima, 1995). En este sentido, este ambiente moldearía en gran medida el pensamiento de Keynes. En el entorno familiar, se respiraba un aire liberal en el que se rendía culto a las ideas (Galindo, 2003).

Su padre además de catedrático ejerció diversos cargos en la Universidad de Cambridge, especializándose en lógica y en economía, y cuya obra El campo y el método de la economía política (1891) no sólo es un clásico en su campo, sino un tratado eminentemente útil acerca del tema de la metodología económica hasta hoy. Su madre fue alcaldesa de Cambridge hasta 1932. El matrimonio Keynes educó a su hijo en el Eton y el King`s College de Cambridge, en donde sobresalió brillantemente en matemáticas, además de estudiar a los clásicos, filosofía y economía, en este campo con la ayuda de Henry Sidgwick y Alfred Marshall.

En su juventud Keynes, formó parte de un grupo de amigos intelectuales y excéntricos conocido como “el grupo de Bloomsbury”, por el nombre del barrio de Londres, cerca del Museo Británico, donde muchos de ellos vivían; había entre ellos varios “apóstoles”. En este grupo Keynes obtuvo gratificaciones intelectuales y afectivas. Y de allí salió también su más importante relación homosexual, con el pintor Duncan Grant, que fue su amante durante muchos años (Rodríguez, 1997). En 1921 conoció a Lydia Lopokova, una afamada bailarina rusa, con quien contrajo matrimonio en 1925. Keynes abandona la homosexualidad y vive feliz con ella, aunque sus amigos de Bloomsbury deploraron el matrimonio, porque su mujer era de escasa inteligencia.

  • Educación

Entre 1892 y 1897, Keynes fue a la St. Faith`s School, donde pronto tuvo claro que el dominio del mundo proviene de la fuerza de la mente y no de los músculos. Keynes disfrutó una educación media de élite en donde mostró su talento en casi todos los campos. En 1897 a 1902, con catorce años, Keynes obtuvo una beca para estudiar en Eton College, unos de los colegios británicos más famosos y con gran prestigio, siendo uno de los alumnos más brillantes. Ya por entonces pudo mostrar sus cualidades persuasivas alcanzando gran popularidad entre sus compañeros. Su principal afición eran las matemáticas, pero también mostraba un gran interés por los clásicos y por la historia.

Cinco años más tarde ingresó en el King`s College de Cambridge para estudiar matemáticas, de las que se graduó en 1905, también a través de una beca. Su interés por las matemáticas no excluía que ganara un premio literario (con un ensayo sobre la filosofía política de Edmund Burke), que se interesase por el sindicato de estudiantes, del que llegó a ser presidente en 1905, o que ingresará en “Los Apóstoles”, en 1903, un club secreto de discusión constituido por destacados profesores y estudiantes de Cambridge. Estas amistades y el entorno del grupo le llevaron a cuestionarse ciertos principios victorianos en los que se había educado y potenciaron su interés por las actividades culturales y las extraeconómicas (Galindo, 2003).

Es por ello que Keynes no obvió otras actividades que le permitieron desarrollar su capacidad de persuasión, que utilizaría con gran éxito en su vida profesional, tanto a través de los libros, por ejemplo, la filosofía; como de una manera menos académica, jugando al bridge (juego de naipes) y cultivando nuevas amistades.

  • Carrera profesional y obras

     Después de graduado Keynes, continuó su formación, yendo a las clases de Alfred Marshall y almorzando con Arthur Cecil Pigou, que le intentan convencer para que se dedique, exclusivamente, a la economía (Barbé, 1996). Le hicieron leer a William Stanley Jevons, de quien quedó, tremendamente, impresionado por una frase de su diario: Las únicas cosas que valen la pena son el amor y la amistad. La economía había interesado siempre a Keynes. En 1905, Alfred Marshall escribió a John Neville Keynes sobre su alumno: “Tu hijo está haciendo un trabajo excelente en economía. Le he dicho que me encantaría que se decidiese por una carrera de economista profesional. Pero, por supuesto, no debo presionarlo” (Ekelund y Hébert, 1992, p. 546).

Sus ocupaciones le dejan, con todo, tiempo para colaborar con el King`s College de Cambridge, donde imparte clases de economía entre 1908 y 1915, financiada personalmente por Marshall y luego por Pigou, desde una posición de fellow (Profesor ayudante), que mantiene hasta su muerte. Aceptó en 1911, asimismo, las responsabilidades de Editor del Economic Journal –sucediendo a Francis Edgeworth- y de secretario de la Royal Economic Society, puestos que abandonaría en 1945.

Dentro de sus principales obras destacan las siguientes:

1) Moneda y finanzas indias. Oposita al Civil Service y entra a trabajar en la Oficina de la India en 1906, donde permanecerá veintiún meses. De estos meses de empleo burocrático surge una publicación sobre finanzas internacionales relativa al patrón de cambios oro, Moneda y finanzas indias, publicada en 1913.

2) Las consecuencias económicas de la paz. Convertido muy pronto en famoso como experto monetario, Keynes ingresó en el Departamento del Tesoro en 1915 y permaneció allí hasta el final de la guerra. Fue designado representante del Tesoro Británico en la Conferencia de Versalles. Seriamente preocupado por los presagios en torno a los términos de la recuperación europea, renunció a su puesto en la conferencia del tratado. En 1919, atacó las condiciones del tratado (y las políticas de Lloyd George) en su obra Las consecuencias económicas de la paz, que obtuvo un inmenso éxito de crítica, recomendando moderación en las demandas contra la Alemania derrotada.

3) Tratado de probabilidad. Cansado muy pronto de sus tareas administrativas, Keynes dedicó una parte de su tiempo al estudio de la teoría de probabilidades, fruto del cual fue muy elogiado (por Bertrand Russell y otros) por lo que escribe Tratado de probabilidad, publicada en 1921. 

4) Tratado sobre la reforma monetaria. En 1923, Keynes publicó su Tratado sobre la reforma monetaria, que era un alegato a favor de la dirección discrecional del stock monetario interior y contra el patrón oro como determinante caprichoso de la economía interna.

5) Tratado sobre el dinero. Los dos volúmenes del Tratado del dinero aparecieron a finales de 1930. Keynes pensaba que el libro reuniría el trabajo de toda su vida en el campo monetario. Sin embargo, todavía era sólo un panorama de sus ideas en aquella época. No obstante, este Tratado anticipaba e incluso desarrollaba algunas ideas importantes que más tarde iban a recibir un extenso tratamiento en la Teoría general. En especial, los papeles claves del ahorro y la inversión en su influencia sobre el nivel de ingreso –ideas que deben en mucho a su influencia del amigo y colega de Keynes, Dennis H. Roberston- se discuten por primera vez en el Tratado.

6) Ensayos de persuasión y Ensayos biográficos. Sus habilidades persuasivas y pedagógicas se hacen manifiestas en sus Ensayos de persuasión (1931) y, de manera muy especial, en sus Ensayos biográficos (1933), ambas obras que todavía se leen con gusto y provecho.

7) Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Su obra central, la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, desafío el paradigma económico imperante en el momento de la publicación, en 1936. En este libro, Keynes presenta una teoría basada en la noción de demanda agregada para explicar las variaciones del nivel general de actividad económica, tales como las observadas durante la Gran Depresión de los años de 1930. Según su teoría, el ingreso total de la sociedad está definido por la suma del consumo y la inversión, y en una situación de desempleo y capacidad productiva no utilizada, solamente pueden aumentarse el empleo y el ingreso total, incrementando primero los gastos, sea en consumo o en inversión.

8) Cómo pagar la guerra. A finales de los años de 1930, Keynes se interesó cada vez más por las cargas financieras impuestas por la inminente guerra con Alemania. Los problemas de reordenación de las prioridades de los recursos durante el tiempo de guerra y, el exceso de demanda, creado por este motivo son tratados en su ensayo breve Cómo pagar la guerra, publicado en 1940.

Para 1942, Keynes era ya un economista ampliamente reconocido, fue admitido en la Cámara de los Lores con el Título de Baron Keynes, Tilton en el Condado de Sussex, ubicándose en la bancada del Partido Liberal. Durante la Segunda Guerra Mundial, Keynes argumentó en Cómo pagar la guerra que el esfuerzo bélico debería ser financiado por mayores impuestos, en lugar de gasto deficitario, para de esa manera evitar la inflación.

A medida que la victoria aliada parecía segura, Keynes estuvo involucrado en las negociaciones que restablecieron el Sistema de Bretton Woods, en su papel de líder de la delegación británica y presidente de la Comisión del Banco Mundial. El Plan de Keynes, referente a una unión internacional de clearing propuesta para un sistema de administración de divisas, involucraba un banco central mundial, el Bancor, que sería responsable de una unidad mundial única de cambio. Sin embargo, el peso de los Estados Unidos en las negociaciones fue determinante para que el resultado final estuviera más acorde a los planes más moderado de Harry Dexter White (Plan White).

  • Personalidad

    Según Barbé (1996), Keynes era de signo géminis y esto sugiere de alguna manera un carácter y una conducta duales a lo largo de su vida. Y a fe que es cierto, combina en su formación las matemáticas con los clásicos; hace la tesis sobre filosofía de la matemática (Tratado de probabilidad, 1921) para saltar posteriormente a la economía más pragmática del Civil Service; lleva más adelante las inversiones de la National Mutual Life, compañía de seguros, y escribe en los diarios sobre los problemas de cada día, intentando influir en la política económica de su tiempo.

Esta proximidad a las hojas no le impide ver el bosque, ya que se remonta a la teoría monetaria y provoca la revolución keynesiana con la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936). Hace que su economía política salga de la política económica y viceversa. Más dualidades: es funcionario del Tesoro, pero al mismo tiempo tiene objeciones de conciencia contra la militarización obligatoria establecida durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918). A pesar de su mentalidad científica y su actividad financiera, se interesa por las artes plásticas: participa en subastas de pintura, organiza y financia un teatro en Cambridge, llega a ocupar cargos públicos en el mundo de las artes y forma una excelente colección particular. Y de un currículum inicial decididamente gay, sorprende a los amigos, con ocasión de la visita de los Ballets Rusos a Londres, enamorándose perdidamente y casándose con la bailarina Lydia Lopokova (Barbé, 1996).

Esta multiplicidad de intereses y facetas le hace, a juicio de uno de sus discípulos, Austin Robinson, muy difícil de describir para cualquier persona, ya que cada uno lo vio y recuerda primordialmente en un solo aspecto de su vida. Yo no puedo dejar de verle como el perfecto benefactor, un poco visionario, identificando las cosas que necesitaba el mundo que se hiciesen y utilizando toda su mente para conseguir que se llevasen a término (citado por Barbé, 1996).

Ello queda patente en el libro Ensayos sobre John Maynard Keynes, editado por su sobrino Milo Keynes (citado por Barbé, 1996, p. 478), en cuya tercera parte recogen diez aspectos en que destacó, además de cómo economista teórico: negociador internacional y financiero, aficionado a la historia económica –apoyando la tesis de Hamilton y haciendo revisar las opiniones sobre el mercantilismo-, filósofo de la matemática, enseñante, biografo –son remarcables sus ensayos sobre Thomas Malthus, William Jevons, Alfred Marshall y Francis Edgeworth, por citar sólo a los economistas-, defensor de las artes, organizador del teatro de Cambridge, coleccionista de pintura, y bibliófilo: de ediciones y manuscritos de obras significativas en la historia de la ciencia (Isaac Newton, John Locke, David Hume, entre otros) así como de literatura.

La descripción de cómo era también se halla dificultada por el diferente tratamiento que hacía a las personas. Al no poder soportar a las personas fatuas, pretenciosas e incompetentes, podía llegar a ser brutalmente hiriente en sus comentarios. Y es que Keynes era impaciente, rudo, iconoclasta. Pero, aunque podría atacar con crueldad incisiva a los eminentes, nunca atacaba a los humildes o a los jóvenes. Hecha estas apreciaciones, según Barbé (1996), “se pueden resumir diciendo que Keynes era un hombre polimorfo e inclasificable” (p. 479).

Pensamiento económico-político de Keynes

John Maynard Keynes fue el más famoso y tal vez el más influyente teórico de la economía del siglo XX. Su impacto se puede visualizar tanto dentro como fuera de la profesión de los economistas, y ha sido tan grande como, por ejemplo: David Ricardo, John Stuart Mill e incluso el del gran maestro de Keynes, Alfred Marshall. Su importancia como pensador es pues innegable (Ekelund y Hébert, 1992).

El ambiente en que se formó Keynes estaba marcado por lo que su amigo y biografo, el economista Roy Harrod, llamó “los supuestos de la calle Harvey”, compartidos por casi todos los intelectuales de su tiempo, que eran tres (Harrod, 1985): uno, el imperio británico, es estable y continuará por muchos años; dos, el progreso material proseguirá sin interrupción y, tres, el gobierno británico continuará en manos de una aristocracia intelectual que empleará los métodos de la persuasión. Estos supuestos son importantes para entender la visión de Keynes en economía y en política (Rodríguez, 1997).

El economista Teodoro Togati ha señalado que Keynes es “el Einstein de la teoría económica”, dado que incorporó un nuevo paradigma definitorio y, para Robert Skidelsky, “fue el empresario de su propia revolución” (citados por Chandavarkar, 2001, p. 63).

  • Pensamiento económico: Keynes como economista

Keynes fue educado en la tradición ortodoxa, es decir, en la economía clásica, con su aceptación de la Ley de Say, su visión de que la cantidad de dinero influía sólo en el nivel general de los precios y su predisposición hacia el laissez faire. Bajo la fuerza de muchas influencias, Keynes comenzó a alejarse de la tradición ortodoxa.

En la década de 1920, en la cual Gran Bretaña atravesó un período marcado por la depresión posbélica y el incremento del desempleo, Keynes fue desarrollando sus ideas cada vez más heterodoxas como profesor a tiempo parcial. Igual que se había opuesto a las reparaciones alemanas, Keynes luchó contra la política económica derivada de los dogmas de la economía clásica (que él llamaba clásica, ortodoxa o convencional).

Pero el estallido de la Gran Depresión le convenció de la necesidad de replantear sus ideas para fundamentar una nueva teoría sobre el desempleo, que culminó con la publicación de la Teoría general en 1936. Antes de escribir el libro de la Teoría general, Keynes fue uno de los inspiradores del New Deal, y recomendó a Franklin Delano Roosevelt, presidente de los Estados Unidos (1933-1945), hacer uso enérgico de la política fiscal (aumento del gasto público vía déficit) para combatir el desempleo.

A mediados de la década de 1930, Keynes ofreció un nuevo marco teórico analítico para explicar las fuerzas que determinan el nivel de actividad económica. Keynes no sólo descubrió que el capitalismo era inherentemente inestable sino además concluyó que el resultado usual del trabajo automático del mercado era producir el equilibrio en un nivel inferior al pleno empleo. Siguiendo el ejemplo, de los economistas alemán Karl Marx, ucraniano Mijaíl Tugán-Baranowsky y sueco Knut Wicksell, entre otros, se centró en el papel del gasto de inversión para determinar el nivel de actividad económica. La Teoría general se convirtió en el punto de partida de la teoría y política macroeconómica moderna (Landreth y Colander, 2002).

Keynes concedió gran relevancia a la relación entre lo que se ha denominado economía pura y la economía concreta y aplicada. A la hora de tratar de resolver los problemas planteados Keynes entra en el campo de la economía aplicada, en el cual los problemas se solucionan mediante generalizaciones que la ciencia pura o teórica proporciona (Galindo, 2003).  En este sentido, Keynes no se ajusta al estereotipo del economista del siglo XX de visión intelectual estrecha. Fue criticado, de hecho, por dedicar muy poco tiempo a la teoría económica y dispersar sus intereses de una manera muy amplia; de ahí que se le considerará un diletante (Landreth y Colander, 2002).

  • Pensamiento político: Keynes como político

El aspecto más importante de Keynes el economista, es su orientación hacia la política. Fue un hombre de acción y se puede concebir todo el desarrollo de su teoría como un intento de dar un estatus científico a sus posiciones políticas basada, en este caso, en el liberalismo progresivo o social, buscando una alianza entre el Partido Liberal y el Laborista. Su credo político se basaba en tres elementos: eficiencia económica, justicia social y libertad individual, que trató de combinar sobre la garantía del tercer de ellos igual que John Stuart Mill (Domínguez, 2003).

Ahora bien, a pesar de los paralelismos con Mill, las ideas de Keynes sobre el papel del Estado iban mucho más allá que las de su antecesor. Keynes pensaba que la neutralidad del Estado en un momento crítico como el que atravesaba Gran Bretaña en la década de 1920 y, en general, las economías capitalistas desarrolladas durante la Gran Depresión, en los años de 1930, eran tan peligrosa para la libertad de los individuos como el comunismo triunfante en la Unión Soviética, porque no aseguraba la eficiencia económica ni la justicia social, lo que daba argumentos a quienes pretendían instaurar un régimen totalitario.

Aunque Keynes coincide con Karl Marx en la aproximación macroeconómica y en su idea del hombre como creador, es un idealista y un reformista defensor del capitalismo, y no un materialista y un socialista revolucionario. Para Keynes el enfrentamiento de las ideas, no el de los intereses materiales, es el elemento motor de la historia y el sistema capitalista constituye un conjunto de instituciones a conservar mediante las necesarias reformas. Y en esa tarea lo fundamental es liberarse de las viejas ideas. Precisamente, es lo que hizo Keynes durante la década de 1920.

En diferentes escritos, publicados más tarde en sus Ensayos de persuasión (1933), denunció que la aceptación de la disciplina del patrón oro seguida por los conservadores conducía a una situación no sólo inaceptable desde el punto de vista de la justicia social (un ajuste vía paro) sino también de la eficiencia del sistema, ya que la política monetaria restrictiva desincentiva la inversión al empeorar las expectativas de los empresarios, agravando la recesión, cuando lo que se necesitaba era una política de crédito fácil que animara a los hombres de negocios a entrar en nuevas empresas.

Keynes es un crítico al principio del Laissez faire (liberalismo clásico), en el que están reunidas y condensadas las ideas que niegan cualquier intervención del Estado en la economía. Keynes estaba disgustado con la incapacidad del sistema capitalista para conseguir la estabilidad, para realizar una distribución justa y equitativa de la riqueza e ingreso. De acuerdo con su espíritu liberal y en correspondencia con las normas aceptadas en la sociedad democrática, Keynes defendió el método de la persuasión como el instrumento adecuado para la difusión de sus opiniones y como forma de política de convencimiento de los ciudadanos por parte del Estado (Gómez, 2007).

La Teoría general y la revolución keynesiana

Con la Teoría general, Keynes, se volvió el economista más importante del mundo. Esta fama no deriva del orden analítico del libro sino más bien del espíritu del mismo, sus finas intuiciones y un mensaje que el mundo estaba totalmente dispuesto a admitir (Rodríguez, 1997). Esta obra se escribió en un entorno caracterizado por la depresión. Desde principios de los años treinta, Keynes se había interesado mucho por la crisis de desempleo, que se había estado ahondando drásticamente en los Estados Unidos e Inglaterra. El consejo de Keynes era el de hacer un enérgico uso de la política fiscal (política de impuestos y gastos gubernamentales) para complementar el mecanismo del mercado del sector privado, que, en opinión de este pensador, no conseguía resolver el problema de la ocupación.  

Las presiones internas a la disciplina de la economía también eran considerables en la época en que Keynes escribe la Teoría general. La microeconomía marshalliana sufría algunas ampliaciones radicales, incluyendo las de Edward Hasting Chamberlin y Joan Robinson. El propio Keynes había suscitado interrogantes sobre la adecuación de la teoría monetaria neoclásica en su Tratado sobre el dinero y varios colegas se estaban concentrando en la importancia de los gastos en la determinación del producto agregado. Richard Khan había desarrollado un concepto de multiplicador de la inversión y se discutían intensamente en Cambridge temas que suponían desviaciones de la teoría estándar, entre Kahn, Joan Robinson, Ralph G. Hawtrey y Roy Harrod, a todos los cuales menciona Keynes en el prólogo de la Teoría general (Keynes, 1986). Un replanteamiento general de la teoría económica neoclásica y, en especial de la economía marshalliana, debe haber contribuido al trabajo seminal de Keynes.

Por consiguiente, una confluencia de las presiones internas y externas lo llevó a ofrecer una alternativa al neoclasicismo. Keynes estaba convencido de que se estaba separando significativamente de la teoría recibida, pero admitió francamente que los preparativos del viaje eran sumamente complicados. Habló de una “larga lucha por salirse” de los métodos tradicionales de pensamiento y expresión, y se esmeró en destacar estas diferencias (Ekelund y Hébert, 1992, p. 548).

  • Contenido de la Teoría general

La Teoría general está organizada en seis libros (Keynes, 1986; Rodríguez, 1997):

1) El libro I es la introducción, donde Keynes afirma que su teoría es verdaderamente general y la “clásica” un caso especial, el del ajuste automático de los mercados. Keynes reivindica a Thomas Malthus y afirma que puede haber desempleo involuntario y que la Ley de Say, que asegura que las ofertas y las demandas se equilibran, no funciona.

2) El libro II trata de las definiciones, en las que Keynes escoge una unidad complicada, la salarial, una forma de deflactar que no fue empleada después.

3) Los libros siguientes tratan del consumo (III), la propensión a invertir (IV) y los precios y los salarios (V).  Es decir, los mercados de consumo, inversión y trabajo. El mercado monetario está en el libro IV, aunque debió separarlo porque en realidad son dos mercados, uno de capitales y otro de dinero. Es interesante que Keynes se refiera en el título de su libro a la ocupación, el interés y el dinero y no a la inversión. Habría que añadirla, puesto que una de las tesis del libro es que la inversión no puede dejarse en manos privadas. Casi lo demás funcionaría bien sin las autoridades se encargan de impulsar la inversión a largo plazo. Vuelve Keynes a la muy discutible creencia de que el horizonte temporal de políticos y funcionarios es mayor que el de los particulares.

4) El libro VI, son notas. Aquí Keynes trata brevemente el ciclo económico, que no es objeto del volumen puesto que éste versa sobre el equilibrio de la economía a corto plazo con paro, defiende el mercantilismo y presenta un capítulo XXIV, donde se ve a un Keynes defensor filosófico de un capitalismo liberal que ataca lo económico y que concluye con la conocida reflexión sobre el gran poder de las ideas.

El mensaje de la Teoría general, el mensaje que el mundo estaba dispuesto a admitir, es que las economías de mercado no podrían salir solas de la Gran Depresión, que había sacudido al mundo en los años de 1930. El capitalismo liberal no era capaz de garantizar el crecimiento y el pleno empleo. El genio de Keynes consistió en presentar un modelo macroeconómico que demuestra que el capitalismo es, intrínsecamente, débil y al mismo tiempo proporciona la solución para salvarlo. Su modelo es un conjunto de sencillas funciones que describen relaciones macroeconómicas; por eso fue natural que sus sucesores lo expresaran aritmética y geométricamente, con los gráficos de cuadrantes cruzados que interconectan mercados, con los que se formaron varias generaciones de economistas. La clave para interpretar a Keynes es que todos esos mercados interconectados funcionan mal (Rodríguez, 1997).

La Teoría general marcó el inicio de la Revolución Keynesiana (Rodríguez, 1997). Se extendió tanto en Europa como en Estados Unidos. Durante décadas los cursos en las Facultades de Economía dieron prioridad a la macroeconomía y la política económica de corto plazo, de raíz keynesiana. Los economistas pensaron, mayoritariamente, en términos de manejo de la demanda para conseguir el crecimiento y el pleno empleo. Los “fallos del mercado” se volvieron la excusa dogmática para justificar la intervención pública.

También impactó el keynesianismo en los políticos, especialmente, después de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Una guerra siempre pone en evidencia el papel económico del Estado, lo que preparó el terreno para la creencia en la importancia de dicho papel también en la paz, para asegurar el bienestar. La idea tradicional que se tiene de la Teoría General es que supuso un ataque importante a la teoría clásica al mostrar nuevas vías para hacer frente a los problemas que arrastraban las economías. Con ella se rompe el dogma del presupuesto equilibrado, se le otorga el máximo protagonismo a la demanda, se persigue mejorar el empleo, más que combatir la inflación, entre otros aspectos.

  • Revolución keynesiana

De acuerdo con el profesor James Meade, la revolución de Keynes fue doble, por un lado, teórica y, por otro lado, práctica (citado por Galindo, 2003).

a) Revolución teórica

La revolución teórica tiene que ver con las diferencias existentes entre el modelo de Keynes y el clásico. En él se comprueba que el tipo de interés ya no se determina en el mercado de bienes y servicios, que la inversión privada desempeña un papel relevante, pero que en ocasiones debe ser motivada mediante el gasto público, que el mercado de trabajo no es tan flexible como defendían los clásicos, sino que hay que estimularlo mediante la demanda agregada, entre otros aspectos.

b) Revolución práctica

La revolución práctica se relaciona con la política económica que deben diseñar los políticos. Ahora ya no se puede confiar tanto en la eficiencia de los mercados, sino que los fallos que presentan pueden ser subsanables con una política de demanda adecuada. Por tanto, el político debe ahora tratar de alcanzar el nivel de demanda adecuado y necesario en la economía.

En este sentido, el influjo de Keynes y lo keynesiano ha sido enorme. La presencia de Keynes en el mundo contemporáneo se manifiesta por doquier. De un modo directo y claramente visible se manifiesta en la configuración y la sustancia de la teoría económica. También se manifiesta en las concepciones de política económica y en rasgos institucionales de países y organizaciones internacionales.

La obra de Keynes y la estructura keynesiana, en sus distintas versiones, constituían a la vez una ruptura y una continuidad con el pasado. Una ruptura, al menos, por tres grupos de motivos. En primer lugar, abarca un campo y pone un énfasis que hace diferir de manera importante su punto de vista del de las doctrinas opuestas. En segundo lugar, es nueva porque destruye en parte las viejas teorías. Y, en tercer lugar, es innovadora en la medida en que sustituye el cuerpo de teoría que destruye, con consiguiente reemplazamiento de concepto y categorías.

Por lo tanto, sustituye el interés convencional por lo mercados, y los precios individuales por una mayor atención hacia las magnitudes agregadas. Sustituye las funciones individuales de demanda por una función de demanda global, una función de consumo y una función de inversión realmente notable. Sustituye la teoría del interés convencional por la doctrina de la preferencia por la liquidez. Finalmente, sustituye la hacienda pública neutral del pasado por las doctrinas intervencionistas de la moderna teoría fiscal. Las perspectivas, los instrumentos y las medidas de política económica resultan, pues alteradas (Leckachman, 1964; citado por Furio, 2005).

Corrientes de pensamiento económico con trasfondo keynesiano

Todo ello provocó la aparición de un número importante de corrientes que, creyéndose más o menos fieles al pensamiento de Keynes, han utilizado su apellido para denominarse y defender sus ideas, entre ellas: síntesis neoclásica-keynesiana, poskeynesiana, neokeynesiana o nueva economía keynesiana. La ruptura y continuidad de la obra de Keynes y las varias posibilidades interpretativas que ofrece, principalmente la Teoría general, dan lugar a corrientes de pensamiento económico divergentes.

Las más fácilmente reconocibles serían, por una parte, la síntesis neoclásica-keynesiana o keynesianismo de la síntesis, y por la otra los economistas a sí mismo denominados poskeynesianos. Los primeros remarcarían la continuidad del pensamiento de Keynes, los segundos erigirían la bandera de la ruptura (Furio, 2005).

  • Síntesis neoclásica-keynesiana

Fue expuesta por John Hicks en 1937. Como su nombre lo indica, pretende recoger los elementos esenciales de la teoría económica de Keynes y compararlos con las de la economía clásica. Para ello emplea el modelo IS-LM. Dentro de este ámbito habría que incluir las aportaciones de Franco Modigliani, Paul Samuelson, James Tobin, entre otros, que a lo largo de los años cincuenta y sesenta del siglo XX, fueron introduciendo diferentes hipótesis acerca del comportamiento del mercado de trabajo, ofreciendo distintas versiones de la síntesis (Galindo, 2003).

  • Postkeynesianos

Los postkeynesianos surgen como una reacción en contra de la versión que los keynesianos realizaron de las ideas de Keynes a lo largo de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado. Estados Unidos y Gran Bretaña fueron los lugares donde comenzó a cimentarse el pensamiento postkeynesiano en los años de 1950, para extenderse después a otras zonas que abarcan la casi totalidad de los países europeos, el continente australiano y Canadá. De esta forma se pueden considerar tres grupos (Galindo, 2003): postkeynesianos americanos (Sydney Weintraub, Paul Davidson, Alfred Eichner, Hyman Minsky); poskeynesianos italianos (Piero Garegnani, Luigi Pasinetti, Jan Kregel) y poskeynesianos ingleses (Joan Robinson, Victoria Chick, Athanasios Asimakopulos y Phiplip Arestis). También se deben incluir la corriente poskeynesiana del crecimiento económico (Nicholas Kaldor, Roy Harrod, Evsey Domar, Richard Goodwin).

  • Neokeynesianos o nueva economía keynesiana

La nueva economía keynesiana está formada por un grupo de economistas, cuyos aportes brindados entre 1970 y 1990, aceptan la crítica de las expectativas racionales, pero creen que las fluctuaciones de la economía son una falla del mercado y no una respuesta Pareto-eficiente. Esto último justifica la intervención del Estado en la economía. Dentro de este marco, se desarrollaron modelos que tratan de darle fundamentos microeconómicos a la rigidez de los salarios y los precios. En general, estos modelos analizan mercados particulares y no pretenden explicar la economía en su conjunto. Se analizan, individualmente, las razones de la rigidez del precio de los bienes finales, los salarios y la tasa de interés. Entre los autores están: Robert Gordon, Olivier Blanchard, Laurence Ball, Stanley Fischer, Joseph Stiglitz, Gregory Mankiw, David Romer, entre otros (Mendoza y Huamán, 2004).

Impacto del paradigma keynesiano en la ciencia económica y la filosofia de la economía

La influencia de Keynes sobre la ciencia económica fue considerable; el grueso de la profesión se volvió keynesiano y desarrolló prolijamente las intuiciones macroeconómicas del maestro. La clase política, con un cierto retraso, también se convirtió al keynesianismo: la doctrina de que el Estado debe intervenir para resolver los fallos del mercado, estabilizar la economía y garantizar el bienestar pasó a ser la doctrina políticamente correcta e indiscutida (Rodríguez, 1997)

  • Concepción de la ciencia económica: visión de la economía y su método 

Acaso no hay en toda la bibliografía económica una descripción de lo que ha de ser un economista, como la que Keynes brinda cuando escribe sobre su maestro Alfred Marshall (Baptista, 1988).

Keynes va a decir (Baptista, 1988):

El estudio de la economía pareciera no requerir de dotes especiales con caracteres inusuales. Y con todo, los economistas buenos, o incluso competentes, son las aves más raras (…). “El economista, maestro de su disciplina, debe poseer una extraña combinación de habilidades. Ha de ser, en algún grado, matemático, historiador, político y filósofo (p. 19).

Porque para Keynes el economista (Baptista, 1988):

Ha de entender los símbolos y hablar en palabras; ha de contemplar lo particular en términos de lo general, y rozar lo abstracto y lo concreto en el vuelo del pensamiento. Debe él estudiar el presente a la luz del pasado, y por razones del futuro. Ninguna parte de la naturaleza humana ni de las instituciones de los hombres debe quedar enteramente al margen de sus preocupaciones. Ha de ser desasido y voluntarioso en el mismo estado de ánimo; lejano e incorruptible como un artista, pero también, algunas veces cercano a la tierra como un político (p. 19).
Sobre la visión de la economía como ciencia, Keynes no escribió nada en concreto sobre ese tema, pero en sus obras se trasluce una visión de la economía como ciencia dividida en dos grandes campos: uno de ellos referido a la economía pura y otra a la economía concreta (Galindo, 2003):

1) Economía pura. Se ocupa de dos grandes cuestiones. Por un lado, se centra en las actividades realizadas por la empresa individual y la distribución del producto que se consigue tras la aplicación de los factores productivos. Por otro lado, analiza las fluctuaciones que se producen en el producto y en la cantidad de factores empleados.

2) Economía concreta. Se ocupa de los aspectos empíricos de la ciencia aplicados a problemas específicos de la economía. La subdivide en dos ámbitos. Por un lado, se ocupa de la teoría del capitalismo, que tiene una gran relevancia en su pensamiento. Por otro lado, está el campo de la economía aplicada en el que los problemas se solucionan mediante generalizaciones que la ciencia proporciona.

Para Keynes, la economía es una ciencia que piensa en términos de modelos, unida al arte de la escogencia de los modelos que son relevantes al tiempo contemporáneo. En este sentido, aclara lo siguiente “Puede bien ser que la Teoría Clásica represente la manera como nos gustaría que la economía se comportase. Pero suponer que realmente lo hace así, es obviar y suprimir las dificultades que enfrentamos.

Para Keynes la ciencia económica es una ciencia moral e histórica (Baptista, 1986):

1) La economía es una ciencia moral. En atención a una tradición en la que se había formado, Keynes sostenía que la economía “era una ciencia moral” y “no una ciencia natural”. Esto implica considerar la relación en Economía con el uso de “juicios de valor, motivos, expectativas e incertidumbres psicológicas”. Para Keynes la economía “a diferencia de la ciencia natural típica, tiene un objeto (una realidad) que no es homogénea a lo largo del tiempo” (pp. 24-25).

2) La economía es una ciencia histórica. Lo anterior implica que el acontecer económico participa de lo “histórico”. Es decir, el objeto del conocimiento económico ocurre en el tiempo histórico. Y las preguntas que saltan a la vista: ¿Qué es el tiempo histórico versus el tiempo lógico? ¿Hay un solo tiempo histórico, o son diversos los tiempos históricos? ¿Hay una lógica de la historia? ¿Le pertenece al principio de causalidad al ámbito histórico? ¿Qué significa para la caracterización científica de la Economía su naturaleza histórica?

El tiempo de la historia, el tiempo del acontecer humano, y desde luego, el de los economistas, tiene al menos dos dimensiones: la que mira hacia lo ya sucedido, que provee los hechos, los datos, la información estadística; y la que mira hacia lo que habrá de suceder, que es propiedad del reino de la conjetura, de la imaginación, de lo posible, de lo que aún está por verse. El vínculo que los economistas establecen entre el pasado y el futuro es la teoría. Conciben el pasado a la luz de la razón, y por ende se conoce y con ese conocimiento se imaginan el futuro.

  • Concepción filosófica: visión de la sociedad y su filosofía política

Una de las cuestiones objeto de controversia acerca de Keynes es si su posición era liberal o intervencionista. Generalmente, dicha cuestión se ha contestado basándose en sus escritos de mediados de la década de 1920, en los que venía a señalar que su posición estaba cercana a lo que podría denominarse: socialismo democrático. Para Keynes, la humanidad tenía que tratar de combinar tres cuestiones: eficiencia económica, justicia social y libertad individual (Galindo, 2003).

Lo cierto es que Keynes trató de exponer los problemas por los que podría atravesar el capitalismo y ofrecer una solución, aunque no se basase en las reglas del mercado. La variedad de planteamientos y la evolución del pensamiento de Keynes han provocado que exista una cierta confusión respecto a su ideología en relación al sistema económico que defendía, de si era liberal o socialista. Por todo ello, resulta difícil encuadrar a Keynes dentro de un ámbito u otro.

En realidad, según Galindo (2003), está situado entre ambas posturas, por delante del liberalismo imperante en su época, sentando las bases de lo que podría denominarse nuevo liberalismo (o liberalismo social o progresista), fundamentado en los siguientes puntos:

1) No aceptar la doctrina del Laissez faire, tal como lo exponían a finales del siglo XIX, que defendía la idea de que los mercados se equilibran por sí mismos.

2) Establecer los términos según los cuales el Estado debía intervenir o no.

3) Combinar la existencia de un importante sector privado con las normas establecidas por el Estado.

Ocampo (2007) sostiene la tesis de que los grandes economistas, entre ellos Keynes, han sido grandes filósofos políticos, y que ha definido y siguen definiendo el curso de la historia. Keynes impulsa el capitalismo de Estado, precisamente, para salvar al capitalismo de su más profunda crisis. En este sentido, Keynes parte de su análisis económico para plantear el problema de fondo del papel del Estado y la política, es decir, de la filosofía política. Su filosofía política consiste en definir estrategias para preservar el capitalismo de sus crisis y desgaste. Keynes salvó la economía mundial en la primera mitad del siglo XX. Es por ello, que se puede afirmar que Keynes hace filosofía política desde la economía.

Reflexiones finales

En 1936, toda la dirección y el análisis de la economía moderna se transformó con la aparición de la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, la cual fue escrita por el economista inglés más controvertido de la época, John Maynard Keynes. La Teoría general se ocupaba de problemas cruciales del empleo y el desempleo en una época en que la economía mundial estaba en las garras de la depresión más desastrosa y generalizada que haya experimentado jamás.

Keynes y las políticas por él sugeridas se convirtieron de inmediato en el centro de la controversia entre economistas profesionales y políticos. Condenada por igual por los radicales de izquierda y los conservadores de derecha, la economía keynesiana barrió casi con toda oposición entre los economistas para establecer una nueva ortodoxia dentro de la profesión. Junto con La riqueza de las naciones de Adam Smith y El capital de Karl Marx, la Teoría general es uno de los libros fundamentales en el desarrollo de la ciencia económica (Fusfeld, 1978).

Una interrogante relevante es la siguiente: ¿Dónde pondremos a Keynes en la historia del pensamiento económico? De acuerdo con Ekelund y Hébert (1992), como mínimo, Keynes es una figura importante en la historia del pensamiento económico. Es incuestionable que ha removido las aguas de la política y del análisis económico. Keynes fue un economista interesante. Existe por lo menos un legado mínimo. Es el legado de un interés por, y de una orientación hacia, un restablecimiento de la teoría macroeconómica y de la política consiguiente que interesa tanto dentro y fuera de la disciplina profesional de la economía. Keynes no vivió para ver la masiva influencia de sus ideas, pero los políticos, los economistas, los contribuyentes y los historiadores del pensamiento económico lo han hecho. En este sentido, Keynes removió las ideas económicas de su época.

Es indiscutible, el notable éxito de Keynes, tanto en el mundo científico, como en el mundo de la opinión pública. Es innegable que fue un gran e influyente economista. Paradójicamente, tanto sus partidarios como sus detractores pueden compartir este diagnóstico por igual, puesto que John Maynard Keynes destacó “el poder de las ideas” tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas (Rodríguez, 1997, p. 386).

Lista de referencias

Baptista, A. (1986). Keynes. Caracas, Venezuela. Academia Nacional de Ciencias Económicas. Serie Cuadernos. 7

Baptista, A. (1988). De la vida intelectual del economista. Caracas, Venezuela. Academia Nacional de Ciencias Económicas. Serie Breves 1.

Barbé, L. (1996). El curso de la economía. Grandes escuelas, autores y temas del discurso económico. Barcelona, España. Editorial Ariel.

Chandavarkar, A. (2001). Una nueva biografía de Keynes. Trilogía de Robert Skidelsky. Finanzas y Desarrollo. 38(4), 60-63. Recuperado de: https://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/2001/12/pdf/chandava.pdf.

Domínguez, R. (2003). La primera crisis de la teoría económica: Keynes y keynesianismo genuino. En: Historia del pensamiento económico. Tema 7. Recuperado de: http://personales.unican/dominguez/7.pdf.

Ekelund, R. y Hébert, R. (1992). Historia de la teoría económica y de su método. Madrid, España. McGraw-Hill Interamericana.

Furio, E. (2005). Los lenguajes de la economía. Un recorrido por los marcos conceptuales de la economía. Málaga, España. Universidad de Málaga.Editor Eumed.Net. Recuperado de:  http://www.eumed.net/libros/2005/efb/efb.doc.

Fusfeld, D. (1978). La época del economista. Ciudad de México, México. Fondo de Cultura Económica.

Galindo, M. (2003). Keynes y el nacimiento de la macroeconomía. Madrid, España. Ediciones Síntesis.

Gómez, M. (2007). J. M. Keynes, el profeta olvidado. Málaga, España. Universidad de Málaga.Editor Eumed.Net. Recuperado de: http://www.eumed.net/libros/2007c/320/320.zip.

González, M. (2012). John Maynard Keynes (I): Genio y figura. eXtoikos. 6, 71-75. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5582669.

Harrod, R. (1985). La vida de John Maynard Keynes. Ciudad de México, México. Fondo de Cultura Económica.

Jiménez, F. (1999). Macroeconomía: breve historia y conceptos básicos. Lima, Perú. Pontificia Universidad Católica de Perú. Documento de Trabajo 171. Recuperado de: http://www.pucp.eud.pe/economía/pdf/DDD171.pdf.

Keynes, J. (1986). Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero. Ciudad de México, México. Fondo de Cultura Económica.

Landreth, H. y Colander, D. (2002). Historia del Pensamiento Económico. Madrid, España. McGraw-Hill Interamericana.

Mendoza, W. y Huamán, R. (2004).  El estado actual de la teoría macroeconómica. Lima, Perú. Pontificia Universidad Católica de Perú. Documento de Trabajo 237. Recuperado de: http://www.pucp.edu.pe/economía/pdf/DDD237.

Ocampo, J. (2007). La filosofía política en el fundamento de la teoría del desarrollo económico. En: Hoyos, G. Filosofía y teoría políticas entre la crítica y la utopía. Buenos Aires, Argentina. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales. 83-94. Recuperado de: http://bibliotecavirtual.clacso,org.ar/libros/grupos/hoyos/06Ocampo.pdf.

Rima, I. (1995). Desarrollo del análisis económico. Ciudad de México, México. IRWIN.
Rincón, E. (2015). Concepciones ideológicas sobre el Estado: del Estado absolutista al Estado social democrático de derecho y de justicia. Frónesis: Revista de Filosofía Jurídica, Social y Política. 22(3), 157-176. Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6799295.

Rodríguez, C. (1997). Grandes economistas. Madrid, España. Pirámide.

Diseño y Maquetación
Lcda. Karla Barboza
karla.barboza@gmail.com